HACÍA RATO que el
cumpleaños de Jimena había terminado, aunque las chicas se quedaron
hasta tarde repasando las fotos y videos de aquella jornada. Estaban en
el dormitorio de Jimena, que tenía un amplio ventanal que daba al patio
trasero. De vez en cuando las chicas reían y se mostraban las fotos
que habían tomado con sus celulares; luego las subían al Facebook y
hacían comentarios graciosos a la espera de alguna respuesta. Jimena era
la más favorecida, sus comentarios eran respondidos de inmediato por
dos o más chicos que estaban online. Sus amigas la miraban con una
mezcla de burla y envidia, aunque no se quejaban, sabían que esa noche
Jimena lucía espléndida.
-Chicas, quiero que vean un video que filmé con el celu- dijo después Romina, dominando la risa-. Está genial.
Las otras chicas
rodearon el celular para ver el video. No era gran cosa, apenas uno de
los chicos bailando y haciendo el payaso sobre el sofá, aunque a las
chicas les resultó mortalmente divertido.
-Vamos a subirlo a Youtube- propuso Romina.
-No- dijo Jimena de inmediato.
Sus amigas voltearon para verla, extrañadas.
-¿Por qué no?
-¿No escucharon lo que
pasa con los videos de Youtube?- Jimena había perdido su aire risueño y
ahora se veía muy preocupada-. Parece que anda dando vueltas una
especie de virus informático que afecta a los videos. No contagia a
todos los videos, algunos dicen que apenas al uno por ciento, pero si te
llega a tocar… dicen que es aterrador.
-¿Qué cosa?
-Primero empieza con
una mancha negra en un ángulo. Después la mancha se empieza a extender
por todo el vídeo, se borran los paisajes, las caras, también los
sonidos. Al final queda todo negro, y se escucha como una especie de
respiración, aunque no se sabe de quién es, porque no se ve nada. Y
después, desde aquella oscuridad, sale una cara horrible que te mira
durante unos segundos, y el video termina.
-Qué espanto- dijo Romina.
-A mi me parece una
estupidez- dijo Florencia, que era la escéptica del grupo-. Debe ser una
de esas campañas que se hacen para arruinar la reputación de una
empresa. Como cuando dijeron que la Coca Cola está hecha con sangre de
cerdo.
-¿De verdad? Nunca escuché eso.
-Porque es una estupidez, por eso.
-Igualmente ahora me dio miedo y no quiero subir el video- dijo Romina.
-No seamos estúpidas,
chicas- insistió Florencia-. Ya tenemos catorce años, estamos bastante
grandes para creer en los cuentos del coco.
Y antes de que alguien pudiera detenerla, arrebató el celular a Romina y apretó el botón para subir el video a Youtube.
-¿Qué haces?
Florencia rió y
salió corriendo con el celular rumbo al baño. Se encerró ahí y por más
que sus amigas golpearon la puerta, la chica no abrió.
-Flor, sal de ahí ya mismo porque…
Al cabo de un rato la chica abrió la puerta. Su expresión se había transformado por completo.
-Parece que es verdad lo del virus- dijo, y mostró el celular-. Miren.
El video, que ahora
estaba en la plataforma de Youtube, mostraba una mancha negra en el
ángulo superior izquierdo, que poco a poco se iba ensanchando.
-Te lo dije- susurró Jimena-. Te dije que esto podía pasar.
-¿Y ahora qué hacemos?
-Nada. Ya es tarde. El virus se adueñó de la página.
Las chicas se quedaron viendo el transcurrir del video, que poco a poco se iba oscureciendo y perdiendo color.
-No sé si quiero
verlo hasta el final- dijo Jimena en voz desmayada-. No sé si quiero ver
esa cara. Mejor vamos a detenerlo aquí.
-No se puede- dijo Romina, que había palidecido-. Parece que el celular está colgado.
Trató de reiniciar el
aparato, pero fue inútil. Mientras, la mancha del video se fue
agrandando, hasta que finalmente ocupó toda la pantalla.
-Ahora- dijo una de las chicas-. Es ahora.
-No quiero ver- repetía Jimena-. No quiero ver.
Pero vieron. Y la
negrura total estaba ahí, en la pantalla de cuatro pulgadas, pero no
aparecía ningún rostro demoníaco. Finalmente el video terminó y el
celular se apagó solo.
-Bueno, no fue tan terrible como…
Romina señaló hacia la ventana; las luces del patio se había apagado por completo.
-¿Alguien sabe quién…
Pero no pudo terminar
la frase. En la ventana había aparecido un rostro. Un rostro que
flotaba en la oscuridad, de rasgos humanos aunque tenía los ojos
completamente negros, y de su boca salía una especie de resoplido
parecido al relincho de un caballo. La cara miró a las chicas, una por
una, y luego emitió una risa aguda, casi un aullido.
-No lo miremos- dijo
Jimena, retrocediendo hacia la pared opuesta-. No lo miremos y se irá.
Es una aparición. Nosotros la invocamos pero podemos hacer que se vaya.
Y entonces las chicas
se tomaron de las manos y miraron hacia el suelo, llorando y rezando en
voz baja, pero al rato la luz de la habitación se apagó y en la
profunda oscuridad escucharon el ruido de la ventana al abrirse.
informacion extraida de:http://www.666cuentosdeterror.com/
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